Esta fotografía me la encontré hoy sábado en el diario El País, en un artículo titulado “El Gobierno de México, obligado a responder por la muertas de Juárez” y el pie de foto se lee “Familiares reunidos tras la muerte de una niña en Ciudad Juárez, en mayo de 2005. / EFE”.
Pero vamos a observar bien esta fotografía, cuya composición pictórica es impecable (para aumentar hacer click en la foto). Seis protagonistas: un muchacho completamente lánguido, que abraza sin fuerza el pequeño cartel de una niña de rasgos humildes por quien se ofrece una recompensa. El único varón de la escena y no podemos verle el rostro, pero toda su expresión es de derrota y desasosiego, sin la mínima esperanza de verse en la necesidad de juntar el dinero para la recompensa. Casi podemos adivinar los ojos secos y rojos, ya sin lágrimas. A su derecha una chica, quizá saliendo de la adolescencia, bien arreglada, atractiva y fuerte, conecta con la mirada al improvisado altar, la medalla que pende de su cuello conecta con la veladora de Nuestra Señora de Guadalupe; esta joven mujer sirve de sostén y consuelo a una adolescente menor, le acaricia la oreja tratando de protegerla, de impedir la entrada a un dolor mayor. Sí, el dolor puede entrar por los oídos y por cualquier otro orificio en el cuerpo de estas niñas, una tortura, una cruel violación con la saña que caracteriza a los más desalmados. La tercera de la fila, casi tan derrotada como el muchacho, con apenas fuerza para sostenerse en su propia rodilla. Los tres arrodillados ante flores, velas y veladoras que sólo iluminan tristeza, ¿para qué rezar? Detrás, una chiquilla custodiada por una robusta mujer, enmarcada entre dos carteles, observa detenidamente la fotografía de la niña (la de la recompensa, la que no está, la primera en esta fila siniestra); quizá se imagina ella misma en un cartelito como ese en un futuro próximo, o no se quiere imaginar y por eso se esconde, para que no la reconozcan, para no ser un rostro a perseguir. La quinta de la fila, la más pequeña, una linda niñita aún con esperanza en la cara, sin saber bien a bien qué pasará, mira de frente a alguien, quizá al portero que la recibirá, la lleva una famélica mano resignada, seguramente una mano desempleada y callosa. Una a una, estas niñas irán pasando por un portón del que ya no volverán.
Cinco caras infantiles, una vela encendida por cada niña viva, velas que irremediablemente se extinguirán. Cinco niñas en una fila que no tiene escapatoria, ante la presencia impasible de cuerpos sin rostros, de convidados de piedra, de espectadores que poco a poco se van, indiferentes; arriba a la derecha un espectador se desvanece con cartelito en mano como si fuera un folleto cualquiera.
La nota del reportaje dice que la Corte Interamericana de Derechos Humanos condena al Estado Mexicano como responsable por la muerte de 3 jóvenes; el Estado Mexicano tendrá que pagar por su falta de diligencia en la investigación de más de 400 mujeres muertas. Estado Mexicano, así, con nombre y apellido, pero por más que investigo no encuentro a ningún funcionario que responda a ese nombre, Estado Mexicano. Un culpable sin rostro, un convidado de piedra.
Jaime, yo creo que el interés en el caso Paullete por partr de la opinión pública y antes que nada de los medios, se debe, además del ya normal "morbo", a una respuesta a la intensa campaña de búsqueda que los padres iniciaron. Ellos mismos con su anuncios espectaculares clamaron por atención y eso fue lo que obtuvieron, pensaron que el ruido los convertiría en víctimas, no en victimarios. Es una reacción física y solcialmente acorde.
ResponderEliminarPor otra parte la resolución del caso me parece vergonzosa, por más conjetura del sr. Marín que haya sido, creo que es por completo insustancial y falsa. Resolución típica de un gobierno, principalmente mexicano, cprincipalmente del PRI.
abrazos
por qué carajo salió en el de "Juárez"?
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