domingo, 29 de noviembre de 2009

EL SABOTAJE

Esta foto apareció en la portada de MILENIO Diario el domingo 18 de octubre del presente. Refiere la noticia del enfrentamiento que sostuvieron grupos adversarios de narcotraficantes en Río de Janeiro por aquellos días, poco después de que a esa bella y desbocada ciudad le fuera otorgada la sede de los Juegos Olímpicos del 2016.


Bien podría ser el cartel publicitario de una película de acción; al fondo un vehículo se incendia fuera de toda proporción, dos autobuses parecen esperar su turno. Y como en otro plano de realidad, una chica que emana coquetería nos regala una mirada cómplice. El ademán de indiferencia que nos brinda con la pierna derecha extendida al frente, la mano izquierda en el mentón y la cara de “yo no fui” no pueden ser más que un deleite.


Para efectos de nuestra película, podríamos pensar que es ella la perpetradora del voraz incendio, la pirómana que ha cumplido su misión y que concluida la tarea trata de pasar totalmente desapercibida. No nos daríamos cuenta si no fuera por su compleja mirada y la cajita de cerillos que parece asomarse desde el bolsillo trasero de los ajustados pantalones, como que no quiere la cosa. Esta chica, tal vez sea la enviada especial de algún país latinoamericano celoso, que tuvo el futuro y el liderazgo de la región en sus manos y se le escurrió como agua entre los dedos, algún país que no ha logrado concretar las reformas estructurales necesarias para despegar, que de ser exportador petrolero se ha convertido en importador de gasolinas, que no logra crecer más allá del 3% anual (en los buenos tiempos) cuando Brasil simplemente lo duplica, donde cada vez más y más millones de personas se suman a las filas de la miseria, mientras que recientemente 20 millones de brasileños han sido rescatados de la pobreza extrema. Un país dominado por los monopolios empresariales, estatales, sindicalistas y partidistas. Que habiendo superado más o menos rápido la crisis financiera de 1994/95 ha tenido un pésimo desempeño en la actual. Un país que de ser ejemplo se ha reducido a mero espectador, y no participa del liderazgo brasileño en comercio, reformas y hasta medioambiente. Lula da Silva se ha ganado un lugar junto al presidente norteamericano en cada foto protocolaria de las cumbres, mientras que este país, ficticio, se va desplazando más y más a la orilla. Suena lógico tratar de sabotear la fiesta de la celebración olímpica, y más cuando Brasil será sede de la Copa Mundial de Futbol y de los Juegos Olímpicos en un lapso de dos años, como en los mejores tiempos de ese país de ficción al que nos referimos. En fin, esto es solamente un supuesto, en caso de que se tratara de la campaña publicitaria de una película. Pero en realidad se trata de una mujer carioca viendo al objetivo de Ricardo Moraes (quien fotografió para Reuters).


Pero si nos fijamos bien, podemos ver cómo de los postes de luz salen marañas de cables hacia todos lados, las calles de Río tapizadas de caóticos cables; como las nuestras. Al menos en eso nos seguimos pareciendo. Bueno casi... porque el semáforo brasileiro está en verde.

sábado, 21 de noviembre de 2009

LA FILA

Esta fotografía me la encontré hoy sábado en el diario El País, en un artículo titulado “El Gobierno de México, obligado a responder por la muertas de Juárez” y el pie de foto se lee “Familiares reunidos tras la muerte de una niña en Ciudad Juárez, en mayo de 2005. / EFE”.

Pero vamos a observar bien esta fotografía, cuya composición pictórica es impecable (para aumentar hacer click en la foto). Seis protagonistas: un muchacho completamente lánguido, que abraza sin fuerza el pequeño cartel de una niña de rasgos humildes por quien se ofrece una recompensa. El único varón de la escena y no podemos verle el rostro, pero toda su expresión es de derrota y desasosiego, sin la mínima esperanza de verse en la necesidad de juntar el dinero para la recompensa. Casi podemos adivinar los ojos secos y rojos, ya sin lágrimas. A su derecha una chica, quizá saliendo de la adolescencia, bien arreglada, atractiva y fuerte, conecta con la mirada al improvisado altar, la medalla que pende de su cuello conecta con la veladora de Nuestra Señora de Guadalupe; esta joven mujer sirve de sostén y consuelo a una adolescente menor, le acaricia la oreja tratando de protegerla, de impedir la entrada a un dolor mayor. Sí, el dolor puede entrar por los oídos y por cualquier otro orificio en el cuerpo de estas niñas, una tortura, una cruel violación con la saña que caracteriza a los más desalmados. La tercera de la fila, casi tan derrotada como el muchacho, con apenas fuerza para sostenerse en su propia rodilla. Los tres arrodillados ante flores, velas y veladoras que sólo iluminan tristeza, ¿para qué rezar? Detrás, una chiquilla custodiada por una robusta mujer, enmarcada entre dos carteles, observa detenidamente la fotografía de la niña (la de la recompensa, la que no está, la primera en esta fila siniestra); quizá se imagina ella misma en un cartelito como ese en un futuro próximo, o no se quiere imaginar y por eso se esconde, para que no la reconozcan, para no ser un rostro a perseguir. La quinta de la fila, la más pequeña, una linda niñita aún con esperanza en la cara, sin saber bien a bien qué pasará, mira de frente a alguien, quizá al portero que la recibirá, la lleva una famélica mano resignada, seguramente una mano desempleada y callosa. Una a una, estas niñas irán pasando por un portón del que ya no volverán.

Cinco caras infantiles, una vela encendida por cada niña viva, velas que irremediablemente se extinguirán. Cinco niñas en una fila que no tiene escapatoria, ante la presencia impasible de cuerpos sin rostros, de convidados de piedra, de espectadores que poco a poco se van, indiferentes; arriba a la derecha un espectador se desvanece con cartelito en mano como si fuera un folleto cualquiera.


La nota del reportaje dice que la Corte Interamericana de Derechos Humanos condena al Estado Mexicano como responsable por la muerte de 3 jóvenes; el Estado Mexicano tendrá que pagar por su falta de diligencia en la investigación de más de 400 mujeres muertas. Estado Mexicano, así, con nombre y apellido, pero por más que investigo no encuentro a ningún funcionario que responda a ese nombre, Estado Mexicano. Un culpable sin rostro, un convidado de piedra.