A continuación la columna de Héctor Aguilar Camín publicada en MILENIO DIARIO el miércoles 6 de octubre de 2010, después un comentario sobre ésta que intenté hacer llegar al autor por correo electrónico, desafortunadamente la cuenta indicada al final de la columna no aceptó mi correo, por eso me permito publicarlo en este espacio.
La foto de la AP, bajada de internet, es la simple materia prima del NEGOCIO.
Las rentas del crimen
Día con día
Héctor Aguilar Camín
• 2010-10-06
Un tema central de la lucha contra el narcocrimen es el de las altas ganancias de su negocio.
En el informe de Nexos sobre la legalización de las drogas queda claro que mientras no se ataque el bolsillo del crimen organizado, su capacidad de corromper, reclutar y armarse seguirá también intocada (nexos.com.mx/?P=leer articulo&Article=575418).
Las estrategias de combate al lavado de dinero han fracasado en todas partes y son particularmente endebles en México.
Legalizar las drogas es un camino a la reducción de las ganancias que otorga la prohibición, porque es la prohibición lo que encarece el producto.
Cada salto en las barreras de la prohibición, supone un salto en el margen de ganancia. Véase el caso de la cocaína reconstruido por el informe de Nexos:
Un kilo de pasta de coca en Colombia tiene un valor de 950 dólares. Convertido en base de coca, su valor sube a mil 430 dólares. Vuelto cocaína propiamente dicha, el valor del kilogramo sube a dos mil 340 dólares.
Con ese precio sale de Colombia, o de Perú o de Bolivia, y va agregando valor conforme vence las barreras de su persecución. Puesta en alguna ciudad mexicana de la frontera norte, el valor del kilogramo de cocaína es ya de 12 mil 500 dólares. En cuanto cruza la frontera y pisa territorio estadunidense, sube a 26 mil 500 dólares.
Una vez que se divide en gramos y se reparte en sobres o líneas en las calles de las grandes ciudades de Estados Unidos, el prodigioso kilogramo de cocaína puede alcanzar un rendimiento de hasta 180 mil dólares.
Según la Oficina de la Casa Blanca para la Política de Control de Drogas, en el año 2006 los ingresos totales del narcotráfico mexicano eran de 13 mil 800 millones de dólares, cifra lejana de las estratosféricas que suelen manejarse (29 mil o 35 mil millones de dólares), aunque enorme si se piensa en la compra de policías que ganan 300 dólares al mes y sicarios que pueden matar a alguien por 500 dólares.
Nadie sugiere que legalizar las drogas implica suspender la persecución del crimen organizado o pactar con él. Legalizar es una forma de desarmar a las organizaciones criminales de su mayor fusil: el dinero.
Es también una forma de liberar recursos y esfuerzos públicos para perseguir los crímenes que verdaderamente afrentan a la sociedad y desafían al Estado: el homicidio, el secuestro, la extorsión, la inseguridad en que viven ciudades fundamentales del país.
Se trata de legalizar las drogas para debilitar al crimen. Legalización no es amnistía ni complicidad: es la guerra al crimen por otros medios.
acamin@milenio.com
Estimado Sr. Héctor Aguilar Camín:
Antes que nada quiero agradecerle el permitirme leer sus reflexiones y puntos de vista día con día.
Con respecto a su columna del día de hoy, 6 de Octubre de 2010; deduzco que si un kilo de coca cuesta en Colombia $2,340 dólares y en frontera mexicana $12,500, es claro que las bandas encargadas de su trasiego le ganaron $10,000. Al cruzar la frontera usted nos dice que las bandas que la “importan” se ganaron $14,000, y ese mismo kilogramo distribuido en miles de pequeñas dosis puede llegar a valer $180,000 dólares en EEUU, es decir que alguien o álguienes (si me permite la expresión), al distribuir y vender un kilogramo de cocaína dentro de territorio estadounidense, se ganan $153,500 dólares. Esos álguienes “le sacan” el 580% al producto que cruzó la frontera; lo que parece ser el mejor negocio del mundo y con toda contundencia sustenta la teoría de desamar a las organizaciones criminales por donde más les duela: a través de la legalización. Supongo que alguna parte de ese 580% será para los traficantes mexicanos, pero indiscutiblemente álguienes del otro lado de la frontera están ganando cantidades ingentes de dinero; dudo mucho que esa distribución no sea controlada por una complejísima red logística y financiera. No creo que las toneladas de droga crucen la frontera y se atomicen en millones de dosis como por arte de magia, dejando las ganancias a infinidad de pequeños dealers locales. No recuerdo haber leído recientemente sobre la aprensión de importantes narcotraficantes americanos, ni de la incautación de importantes cantidades de droga o dinero del otro lado de la frontera; vamos, ni siquiera sabemos quiénes son los Al Capones o Frank Lucas de la actualidad, los nombres de las familias (ahora llamados cárteles) del crimen organizado americano del siglo XXI, como fueron legendarios en su momento los Gambino y los Genovese. ¿A poco el Chapo, La Familia, Los Zetas, o lo que queda de los Beltrán Leyva se encargan de todo a escondidas de las autoridades norteamericanas? Si es así, ¿por qué allá no se matan entre ellos? ¿Quién se encarga de ese millonarísimo negocio en Estados Unidos? Si no le vemos la cara o sabemos sus nombres debe ser porque están absolutamente cobijados por las más altas esferas del poder. Álguienes tan influyentes que consiguen que la Oficina de la Casa Blanca para la Política de Control de Drogas reporte 14 mil millones de dólares como ingresos del narcotráfico mexicano, pero, ¿y el ingreso del narcotráfico gringo? ¿Cuánto es? ¿Quién se lo queda? ¿Dónde y cómo se lava?
La lucha contra el negocio de las armas, legal en Estados Unidos - que está regulado, rinde cuentas, paga impuestos y sus márgenes de ganancia caen en lo razonable de acuerdo a la ley de libre mercado - ha sido imposible de ganar. Veo muy difícil que el negocio de las drogas, que se maneja en la más inteligente de las clandestinidades, con tantas voluntades legales y políticas compradas, pueda regularse. Primero tiene que haber algo que haga que esos álguienes quieran soltar este jugoso bistec.
Coincido que la próxima votación en California marcará una tendencia, pero me parece que será un proceso larguísimo. Mientras tanto la mancha voraz de impunidad e ingobernabilidad, muerte y pérdida de las más elementales garantías de Ciudad Juárez se ha extendido por todo el norte del país, ya ha convertido a la ciudad de Monterrey en el nuevo Kabul nacional. No podemos esperar a que la mancha voraz devaste al país entero.
Queda a sus órdenes,
Jaime Matarredona